Ella era de esa categoría
excepcional de mujeres que eclipsa a todas las demás, ella era la Yoko Ono
capaz de destruir a uno de los mejores grupos de la historia. Ella lucía
tacones más altos que el propio Empire State, tenía una personalidad tan fuerte como los
mismos hierros que formaban la Torre Eifell y unas curvas más hermosas que las
de la Pedrera de Gaudí. En ocasiones se hundía más rápido que las Torres
Gemelas aquel horrible 11 de septiembre, pero si se caía 7 veces, se levantaba 8. Y, caída tras caída, error
tras error, siempre se alzaba con más valor que el Arco del Triunfo de París. Su
fe en sí misma era más fuerte que toda la sociedad, el mundo iba a tener que currárselo
más si quería verla caer. Había ganado casi tantas batallas como las vistas en
el Coliseo, era fiel a sí misma, confiaba en ella. No había persona más
cabezota y constante que ella, a su lado la Gran Muralla China era un paseo. Adoraba
viajar, tenía un espíritu tan libre que ni la Estatua de la Libertad aspiraba a
su nivel. Poseía un corazón más valioso que todos los tesoros encontrados en el
Valle de los Reyes y brillaba más que el Faro de Alejandría. Tenía unos gestos
tan cálidos como las pirámides de Egipto en cualquier atardecer de verano y su
rostro dormido poseía más armonía que el Partenón de Atenas en su máximo
esplendor. Sus labios eran más rojos que las cabinas telefónicas
londinenses a plena luz del día, su pelo
era más dorado que la cúpula de la Roca de Jerusalén y sus ojos brillaban más
que el agua india que reflejaba la imagen del Taj Mahal.
Su voz era más dulce que cualquier melodía escuchada a lo largo de la
historia en la Opera de Sidney y ni el Prado, Louvre, British o Metropolitan
poseían una obra de arte como su sonrisa. Sus pensamientos giraban más que el
London Eye, la locura era su fuerte, era imposible aburrirse con ella. Cuando
nadie le entendía se ponía la música lo más alto posible, creía que la música
era lo que más se acercaba a expresar lo inexpresable. Tenía una mente
compleja, ni todos los libros de la biblioteca Peabody igualaban su
inteligencia, ni La boutique de Chanel de París su estilo. Estaba claro que el
hombre que consiguiera enamorarla sería más afortunado que la Fontana di Trevi desbordada
por las monedas de los turistas arrojadas en un caluroso día de Agosto. Andrea Manzanares
(Old summer pics by Enya Kyokai Photography)
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Collar/Necklace: SheInside (click here)
Shorts: Zara
Camiseta/T-shirt: Chanel by Stop&Walk
Tacones/Heels: Zara
Qué bonito el texto!! lo has escrito tú Andrea? es precioso:)
ResponderEliminarSí! Lo tenía tiempo reservado y lo he acabado esta noche, muchísimas gracias :)
EliminarSi es que no me puede gustar más tu blog.
ResponderEliminarme-andmybag
Eres increible!
ResponderEliminarWow!! Pedazo de entrada, me ha gustado mucho con todas las referencias artísticas :)
ResponderEliminary qué preciosa sales en todas las fotos!!! Deja algo para las demás!♥
Guapísima Andrea! Tus zapatos son preciosos, un besito ♥
ResponderEliminarQue guapa!
ResponderEliminarQue guapa!
ResponderEliminarguapisima!! me ha gustado mucho el post :)
ResponderEliminarcaliforniamadness.blogspot.com.es
Me encanta el look!! La camiseta es muy bonita!! Besos
ResponderEliminarMe encanta!! Que texto tan increíble. Una vez más, Andrea, FANTÁSTICA!
ResponderEliminarme encantan las sandalias!
ResponderEliminarTrendy U
estas guapisima, me encanta el maquillaje andrea!!
ResponderEliminarun besito!
Nabia Secret
<el escrito3 y <TODO3 jejeje <3
ResponderEliminarMe encanta, en la primera y la tercera foto paraces una modelo totalmente vaya. Enhorabuena por el outfit sencillo pero rompedor y por las fotos. Un saludo!
ResponderEliminarwww.deeleate.blogspot.com